El cine que no vimos/VII

Nunca exhibida comercialmente en México -aunque programada de vez en cuando en cineclubes o festivales, como en el de Expresión en Corto 2006, en Guanajuato- Carne (Ídem, Francia, 1991), tercer cortometraje del argentino educado en Francia Gaspar Noé (largos vistos en México Sólo contra Todos/1998, Irreversible/2002), es el primer episodio de de una revulsiva y fascinante cadena narrativa marcada por la provocación. Con muchos de los elementos visuales/auditivos que usaría en sus dos posteriores largometrajes (encuadres insólitos, banda sonora arrítmica, súbita aparición de tarjetas informativas, inesperada violencia explosiva), Noé confronta nuestros sentidos y nuestras expectativas de inicio a fin.
Un carnicero (Philipe Nahon) especializado en matar caballos para vender la dulce carne del animal -actividad que, se nos informa, es absolutamente legal en Francia- cría solitariamente a su hija discapacitada mental Cynthia (Blandiner Lenoir). La madre de la niña lo abandonó poco después del parto, así que el carnicero sin nombre, con una dureza permanente en el rostro, ha cargado con la responsabilidad de criar a la niña que, ya convertida en adolescente, tiene como única diversión subirse a un caballito mecánico. En abrutos cortes directos, Noé nos muestra la rutina diaria del trabajo del carnicero y su seca ternura -valga el oximoron- hacia su crecida hija ya mujercita.
Los diálogos son mínimos. Sólo a través del monólogo interno del carnicero nos damos cuenta de lo que siente al ver crecer a Cynthia, a la que aún baña como si tuviera tres años. De su genuina preocupación por ella y por su futuro. Y, también de sus deseos de follarse a una gordaza dueña de un cafetín al que asiste religiosamente. Esta vida más o menos resuelta -aunque resquebrajada por los cambios físicos en su hija- se derrumba cuando, por un malentendido, el tipo medio-mata a golpes y cuchillazos un pobre diablo que, él cree, ha violado a Cynthia.
El final de este inquietante corto de 40 minutos de duración se conectará directamente con lo que sucede en Sólo contra Todos -en donde continúa la historia del carnicero y su hija, recluida en una suerte de hospital/orfanato- e, incluso, con el prólogo de la insoportable cult-movie sadomasoca Irreversible. Nosotros continuaremos la historia en alguna entrada posterior.
Por lo pronto, el corto, en dos partes, aquí abajo. Sólo para espíritus fuertes.

Comentarios

Anónimo dijo…
híjole, qué mal viaje. ésta sí me puso a prueba.

diría que no volveré a comer carne de caballo si no fuera porque es tan rica (ejemplos: pastizada de caval en verona, jochos de salchicha de caballo en viena) y porque hay tan poquito chance de comerla.

saludos | alón
Y por la machaca sonorense... ¿O es de burro? (no es albur, que conste).
Joel Meza dijo…
Yo iba a verla este fin de semana pero con las historias del pozolero tuve suficiente.
En algún punto de esta semana me la echo.

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