DOCSDF 2013/I



El Octavo Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México (DOCSDF 2013) inició el pasado viernes 25 pero no habíamos podido escribir como se debe debido a que estábamos todavía en Morelia 2013. De aquí en adelante y hasta su conclusión, el domingo 3 de noviembre, espero dar cuenta de una parte de la programación que he podido revisar hasta el momento.
La selección competitiva de corto documental mexicano está formado por diez filmes de menos de 30 minutos de duración. He podido ver varios, como sigue:
Tanto La Ahorcadita (México, 2013; 24 minutos), de Carlos Torres y Pierre Saint-Martin, como El Imaginario y su Túnel (México, 2012; 25 minutos), de Javier Quiñones Sánchez, tocan temas similares e, incluso, en regiones geográficas muy cercanas.
La Ahorcadita nos presenta el testimonio -y la representación actuada- de un mito nacido en el pueblo de Todos los Santos, en Baja California Sur. Sucede que, a inicios del siglo pasado, una quinceañera llamada Matilde Martínez fue asesinada por su malosa suegra y, con la ayuda del marido de la muchacha -quien por cierto ya estaba embarazada-, arrastraron el cadáver para ahorcarlo, con la idea de hacer pasar el crimen como suicidio. La tradición indica que la muchacha sigue penando por esos lares y el árbol en donde fue encontrada la susodicha "ahorcadita" es un lugar de peregrinaje en el que mujeres a punto de parir o que quieren formar familia van a pedirle sus favores a Matilde. 
La cinta podría haber formado parte de un programa de televisión sobre tradiciones y mitos campiranos: convencional pero elegante foto en blanco y negro, una decena de infaltables cabeza parlantes y una representación actuada del desafortunado destino de la "ahorcadita".
Ligeramente más interesante es El Imaginario y su Túnel que, de hecho, podría exhibirse en algún programa televisivo al lado de La Ahorcadita. Esta vez no estamos en Baja California Sur sino en su estado vecino, Golfo de Cortés de por medio. Es decir, en Sonora.
En Ures, un municipio que se encuentra en el centro de Sonora y que en algún tiempo, durante el siglo XIX, fue capital del estado, la gente jura y perjura que hay una serie de túneles construidos bajo el pueblo. El cronista de Ures afirma muy convencido que todo es una invención y que, a excepción de cierto túnel que iba de la Casa del Gobernador a la Correción, no hay una sola evidencia de que en el pueblo se haya construido un laberinto de túneles, supuestamente para ocultarse de los apaches.
Sin embargo, por más que el susodicho historiador diga y vuelva a decir que todo es un mito, los viejos del pueblo no están muy dispuestos a abandonar sus sueños, sus testimonios o los vagos (¿o inventados?) recuerdos de la infancia. Llegará el momento en el que uno de ellos estará dispuesto a que una retroexcavadora haga hoyos delante de su casa, con el fin de comprobar de que todo es cierto. El filme coquetea con el suspenso hacia el desenlace: ¿se encontrarán por fin los míticos túneles o no? Y, al final de cuentas, ¿importa si se encuentran?
Abundan los testimonios de El Imaginario y su Túnel. En La Parka (México, 2013; 29 minutos), dirigido por Gabriel Serra y exhibido en la sección "Hecho en México" y fuera de la competencia, hay un solo testimonio durante todo el filme. Es el de Efraín Jiménez García, "la Parka" del título, un matarife que trabaja en un rastro de La Paz, los Reyes, Estado de México. Una leyenda al final nos informa que Efraín sacrifica 500 toros al día durante 6 días a la semana y esta chambita la ha hecho en los últimos 25 años. Saque usted cuentas.
Las imágenes son más fuertes que el testimonio de Efraín, que llega a ser repetitivo y no es muy articulado. La cámara de Carlos Correa Reynoso captura en su labor cotidiana a la impasible "parka", a quien escuchamos -siempre en voz en off- reflexionando sobre lo que hace y por qué lo hace. Inevitablemente, habla sobre la vida, sobre su muerte y el sacrificio de esas reses que, dice, "sienten como uno". Igual las mata porque, claro está, nosotros nos las comemos.
El mejor corto que he podido ver de la competencia es Las Montañas Invisibles (México, 2012; 13 minutos) que acaba de ganar Mejor Cortometraje Documental en Morelia 2013. La cinta, por su tema y su impecable realización, nos remite a El Lugar Más Pequeño (2010), la obra mayor de Tatiana Huezo sobre la guerra civil en El Salvador. 
Las Montañas Invisibles, por su parte, está ubicada en Atoyac de Álvarez, lugar en el que varias mujeres -esposas y madres de desaparecidos en la guerra sucia contra Lucio Cabañas- hablan en off mientras las vemos sumergidas en sus labores cotidianas. La brevedad del filme ayuda a que sea doblemente contundente, más aún cuando vemos los datos finales en pantalla: solo en Atoyac de Álvarez hay 450 desaparecidos de esa época. El puñado de mujeres que aparecen en el filme es apenas un pequeño segmento de una añeja historia de injusticia, dolor y crímenes que no debe ser olvidada. Esas montañas de Guerrero no pueden -no deben- seguir siendo invisibles. 

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