Riviera Maya 2015: Plataforma Mexicana/V



La Plataforma Mexicana es la sección competitiva del Riviera Maya Film Festival y está conformada por 14 cintas nacionales contemporáneas. Como suele suceder, en mayor o en menor medida, en los otros tres festivales fílmicos importantes de este país -Guadalajara, FICUNAM y Morelia-, la selección nacional ha sido, ¿inevitablemente?, lo más flojo del Riviera Maya 2015.
No pude ver tres cintas nacionales en competencia (Ícaros, Memoria Oculta y Muchachas), pero ya había revisado antes -y escrito algo de ellas- Los MuertosEl Silencio de la Princesa, Juanicas, Me Quedo Contigo, Plan Sexenal y El Regreso del Muerto. De todas formas, de las cintas que descubrí aquí la más valiosa me pareció El Señor de las 3 Caídas (México, 2015), mediometraje documental de 50 minutos dirigido por Roberto Olivares Ruiz. Como en su anterior filme documental, Silvestre Pantaleón (2012). aquí seguimos, paso a paso, no el trabajo artesanal de un hombre, sino las labores de todo un pueblo, Santa María Ixcatlán, en Oaxaca, que organiza la fiesta patronal, coordinada por el Mayordomo, el mezcalero Don Amado Alvarado.
Sin comentario de ningún tipo -a no ser una cita clave en pantalla de Unamuno: "creer es crear"-, la cámara del propio cineasta sigue, paso a paso, los preparativos de la pachanga, desde que inicia con la recolección de las piñas de agave hasta que termina, con la procesión a la iglesia del lugar, cuando Don Amado y su familia, con lágrimas en los ojos, se postran emocionados frente al Señor de las Tres Caídas. La edición -también del hombre-orquesta Olivares- nos muestra limpiamente y sin exotismos de ningún tipo toda la logística de la fiesta, la preparación del horno tradicional, cómo se hace la comida para todo el pueblo y, por supuesto, el famoso mezcal. Una crónica procedimental realizada con un profundo respeto por el ethos comunitario de este pueblito oaxaqueño y de la gente que en él habita.
Lucifer (Bélgica-México,2014), de Gust van den Berghe, también está ubicado en un pueblito mexicano, aunque la mirada del cineasta belga "con corazón mexicano", como dijo el programador Maximiliano Cruz al presentar la cinta, es radicalmente distinta a la de Olivares. Y no podía ser de otra manera.
El Lucifer del título (Gabino Rodríguez) llega a un pueblo mexicano a jugar con la vida y el destino de una familia formada por la anciana Lupita (María Acosta), su transa hermano borrachales Emanuel (Jerónimo Soto Bravo) y la nieta de ella, la crédula jovencita María (Norma Pablo). El guión, escrito por el propio cineasta, está basado en una pieza homónima del siglo XVII escrita por el poeta y dramaturgo Joost van den Vondel. Así pues, en los tres actos en el que está dividido el filme -Paraíso, Pecado y Milagro- vemos lo que provoca Lucifer al empujar a estos inocentes e ingenuos seres humanos a seguir sus deseos, sus impulsos, sus creencias. A seguir, qué remedio, su naturaleza humana.
Sin embargo, si la película merece la revisión -y vaya que la merece- no es tanto por la historia, sino por su muy curiosa puesta en imágenes. El director y su fotógrafo Hans Bruch Jr. usaron  un filtro circular creado específicamente para esta película, de tal forma que más que encuadres, lo que vemos son -permítanme el neologismo- "enredondos". La circularidad de la imagen en movimiento del tondoscopio -así fue bautizado este formato por el propio director- nos remite, inevitablemente, a las imágenes medievales boschianas, lo que resulta perfecto para el tipo de historia que estamos viendo.
Por supuesto, cuando pasa la novedad y uno se ha acostumbrado al formato -al tondoscopio, como fue bautizado por van den Berghe-, lo que queda es la historia que, con todo y su carga filosófica y alegórica, debo confesar que no me interesó tanto como la puesta en imágenes. En todo caso, si hay que correr riesgos en la programación, hay que correrlos con cintas como estas.

Comentarios

Anónimo dijo…
Muchas gracias por su crítica. Soy Roberto Olivares
Saludos, Roberto. Felicitaciones por el documental.

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